Ellos no saben nunca dónde mirar ni qué. Se acostumbran. Les dicen... Este camino es ancho... Y van. Sin preguntar. Por donde pasa el amo de látigos y horas. (No saben que ese difícil y estrecho, es el camino de la libertad.) La libertad... Ellos la desconocen. Viven solos y a oscuras. Con las manos cogidas hasta el pie. Y en los ojos vendas de cigarrillos que no les dejan ver... (Han oído tantas veces que la libertad puede resultar peligrosa.) No llegan nunca a levantar la mano. Bajan las cabezas. Y resignadamente (no digo con humillación) avanzan en sus vidas que otros les han comprado. Cuando mueren o saltan lo hacen en silencio. (Los amos cuidan de que sus sepulcros permanezcan anónimos.)
miércoles, 16 de mayo de 2012
LOS ESCLAVOS.
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